Desánimo, retrocesos cognitivos, miedo, angustia, trastornos del sueño, irascibilidad, desmotivación, desinterés, incomunicación, baja socialización…apenas algunas de las muchas consecuencias que se indican como efectos de la pandemia en los más chicos. Ha sido un año desafiante el año que pasó y ahora aumenta en desafío. “Hemos tenido que desaprender para volver a aprender”.
“El cerebro está constante e inconscientemente descifrando 3 aspectos: duración, camino y resultado. Ha pasado todo más de un año haciéndolo”.
Así se manifiesta Carina Castro Fumero neuropsicóloga pediátrica.
Esto requiere un gran consumo calórico que nos deja agotados, con pocos recursos para aprender y para seguir adaptándonos. Pero también lo podemos analizar como un año en que hemos ejercido en la resiliencia, la capacidad de adaptarnos y la tolerancia a la frustración. Estamos viviendo una oportunidad única para enseñar habilidades. Los cambios en nuestros hijos pueden ser positivos o negativos, y esto depende en el ambiente en el que vivieron, del ejemplo que tuvieron y del acompañamiento que les dimos.
Hay padres que han hecho de esta experiencia una oportunidad para compartir más con sus hijos, que han buscado maneras divertidas y creativas de interactuar y de mantener esa necesidad satisfecha dentro de las limitaciones existentes. Pero también ha habido los que no han podido, que han vivido pleitos, gritos, estrés y niños conectados a las pantallas todo el día, en donde el resultado son niños más afectados emocionalmente. En estado de alerta, estresado, un cerebro no aprende. Por eso este no es tiempo de “atiborrar” contenido académico, en un momento sin precedentes, en el que todos estamos haciendo lo mejor que podemos, es un tiempo para enseñar otras habilidades.
Otro aspecto a tener en cuenta es cómo apuntalar el ánimo de los niños. Recordemos que la estabilidad de ese ánimo depende en gran medida de la satisfacción CORRECTA y OPORTUNA de las necesidades básicas (cantidad y calidad de sueño, alimentación balanceada, etc.).
Es por ello que se hace más necesario que nunca enfocarnos en dos aristas: la académica y la personal, en este último caso el aporte del adulto es fundamental.
En cuanto a lo académico se han modificado objetivos, se han disminuido contenidos y sabemos que algunos niños en nuestra escuela no han estado conectados. Por eso insistimos en la importancia de redoblar esfuerzos.
Debemos asegurarnos de que el cerebro de nuestro hijo este fuerte, listo y motivado para que al volver a clases cuente con las herramientas necesarias para incorporar los contenidos de la manera más rápida y ágil.
La realidad esta llena de incertidumbres. Esta es una gran oportunidad para dotar a nuestros niños de un cerebro fuerte, habilidades emocionales y actitudes flexibles que les permitan adaptarse a las adversidades que se les presenten en la vida entera. Capacidad para resolver problemas, para renunciar a lo que así lo merezca, para afrontar imprevistos y salir de ellos de la mejor manera posible. Nuestros hijos deben ser en notros un referente, una persona que acepta lo nuevo y lo diferente, que tolera los cambios, que responde a ellos de manera positiva y creativa. Que vean en nosotros una sed de aprender, a aprender sin olvidar que también es importante que nos vean experimentando los sentimientos difíciles, pero que nos vean afrontándolos y salir de ellos. Los niños aprenden a través de la observación y la imitación y por eso es la mejor forma de enseñarlo. Debemos tener presente que únicamente podremos enfrentar esta y cualquier incertidumbre de la vida con un cerebro fuerte y sano.
La Dirección