Queridas familias,
Queríamos acercarles una breve síntesis que recorre los temas abordados en los encuentros con familias realizados semanas atrás. Nuestro objetivo es seguir acompañándolos en este contexto tan inhabitual de la manera que sea posible.
La situación actual toca a cada familia de una manera diferente. Por ejemplo, la situación laboral de cada una, su vulnerabilidad frente a este virus o la cantidad de integrantes en cada casa son, entre otros, factores a tener en cuenta. Además, la edad de los chicos a los cuales estamos acompañando son muy distintas y también requieren necesidades diferentes.
Compartiendo experiencias con quienes se hicieron presentes en Zoom, pudimos hablar de la importancia de dar lugar a ese sinfín de emociones que están apareciendo. Dialogarlas. Validar lo que los chicos sienten. Muchas veces puede ser similar a lo que suelen sentir, pero aparece hoy de una manera más exacerbada. Eso es absolutamente esperable. ¿Qué necesitamos los más grandes para acompañarlos con ese diálogo? Validarnos nosotros también. Aceptar que todos somos partes de este fenómeno y que no llevaremos a los chicos “respuestas” o la certeza de que “todo está bien, no pasa nada”, sino también poder compartir en cierto grado nuestra incertidumbre y lo que genuinamente sentimos. Las emociones que pueden emerger en este contexto son muy diversas. Recordemos que toda emoción es siempre válida. Parece obvio, pero sin embargo es muy habitual escuchar un “no te enojes, no estés triste”, desestimando el sentir ajeno.
Es probable que si algún chico o familia se encontraba atravesando algún acontecimiento particular (por ejemplo miedos, angustia, un duelo, etc.) esto también aparezca exacerbado en este contexto. Se vuelva más evidente.
Algunas familias se preocupan por lo que llaman “retrocesos”. Recordemos que todo proceso (por ejemplo de aprendizaje) siempre tiene sus idas y vueltas, no es una recta lineal que avanza en un solo sentido. Además, eso que llaman “retroceso”, también ingresa dentro de lo esperable en medio de lo que estamos atravesando.
Muchos nos dijeron que ya se van “acostumbrando” a lo que acontece. Allí radica un tema del que hablamos mucho: la rutina. No como una exigencia, sino como un lugar donde hacer un poco de pie cuando todo se desordena. Una rutina nueva, que contempla flexibilidades y ciertas excepciones que en otros contextos tal vez no serían posibles. Porque aquí, lo importante, es cuidarnos. Nuestras exigencias y expectativas deben estar un poco más flexibles.
Hablamos de berrinches y de dificultades para hacer la tarea. Pensamos juntos cómo ofrecer algo, cómo habilitar esa propuesta de “hacemos la tarea juntos así después podemos compartir una película”. Tratar de no prohibir o quitar, sino ofrecer. Ser creativos, o antes que ello ser curiosos frente a los chicos. Preguntarles a ellos qué necesitan. Escucharlos.
Muchos se dieron cuenta que ser papá y mamá, y maestro/a al mismo tiempo, no es tarea sencilla. También nos dimos cuenta, más que nunca, que escuela y familia tenemos que conformar un equipo, para seguir trabajando con los chicos por su salud, su lazo social, y sus aprendizajes.
En cuanto a ciertas actividades importantes para los chicos y que pueden ponerlos ansiosos, nombrar que no se suspenden, sino que se postergan hasta que podamos realizarlas de la mejor manera posible.
Como este abrazo que les dejamos.
Cualquier necesidad individual, inquietud, o lo que necesiten, estamos a su disposición,
Analía Pérez y Federico Villar.